La estrategia en la entrevista de aconsejamiento

“Parece que en la situación terapéutica la simple descripción detallada de un futuro en el cual el problema ya está resuelto ayuda a crear la expectativa de que el problema se resolverá.
Y parece que esta expectativa, una vez formulada, puede ayudar al cliente a pensar y a comportarse de modo que pueda llevar a efecto las propias expectativas.”

— Steve De Shazer
 

La estrategia es la dirección que se imprime a una serie de actividades con el propósito de alcanzar los objetivos propuestos en la forma más económica posible, obteniendo los mejores resultados. En el caso de la psicoterapia o el aconsejamiento, el objetivo es la cura, conseguir mejores niveles de calidad de vida, por lo tanto, la estrategia debe articular todos los procesos y acciones de la entrevista para alcanzar esos fines.

Los modelos de la entrevista

Los modelos son el marco teórico-práctico, los esquemas operativos que organizan la acción de acuerdo con una secuencia determinada.
Los modelos de la entrevista son los que definen el territorio, disponen el mapa y marcan el itinerario de las intervenciones. Constituyen un conjunto de ideas organizadas de acuerdo con un plan determinado, estableciendo una serie de criterios teórico- prácticos que ordenan los pasos a dar, haciéndolos más efectivos y optimizando los recursos. De esta manera, los modelos ayudan a lograr los mejores resultados. A su vez, al ser claramente definidos posibilitan su evaluación y el desarrollo de la investigación.

Las estrategias de la entrevista

Las estrategias y técnicas, por su parte, son ideas y acciones concretas que realiza el consejero. Las primeras configuran los diseños operativos como, por ejemplo, los planes de batalla que hace el general para ganar la guerra.
Precisamente el término estrategia proviene del ámbito militar, fue acuñado por quienes planifican las operaciones bélicas. Trata de la dirección que le imprimen a una serie de actividades con el propósito de alcanzar el objetivo.Cuando el objetivo es el aconsejamiento, la estrategia es el conjunto de las maniobras que planifica el consejero de acuerdo al modelo que usa como guía.
Por ejemplo, en una entrevista matrimonial donde los dos miembros están muy enojados por las discrepancias que mantienen, quizás la estrategia mejor podría ser una maniobra de retirada o de separación hasta que los ánimos se recompongan y puedan tratarse las diferencias que manifiestan. También están los momentos oportunos, cuando la estrategia adecuada es gestionar la toma de una decisión o realizar determinadas acciones ante cierto problema que en otros momentos resulta muy difícil afrontarlo.

Las técnicas de la entrevista

Por su parte, las técnicas son los procedimientos específicos, medidas o prescripciones que sugiere el consejero en ciertos momentos en la prosecución del fin acordado.
Las técnicas deben ajustarse a la estrategia, de acuerdo con las pautas establecidas por el modelo. Hay una vasta gama de técnicas posibles. La mejor es la más eficaz, es decir, la que logra los mejores resultados.

LOS PROCESOS ESTRATÉGICOS

Al ejecutar un programa estratégico, Navarro Góngora distingue seis componentes, que podemos definir sintéticamente en los términos siguientes:

1) Encuadre y contexto

Incluye la explicación al cliente del encuadre o las condiciones bajo las cuales se llevará a cabo el tratamiento. No es lo mismo tener la entrevista en un consultorio convencional donde el consejero y el aconsejado están sentados frente a frente, que el consultorio del psicoanalista que usa diván donde el consultante se acuesta para contar sus malestares, que una cámara Gessell como usan los sistémicos (con espejo unidireccional para observar la entrevista el equipo de apoyo) y otras modalidades. Nuestra propuesta es realizar la entrevista en una oficina o consultorio bien iluminado con muebles cómodos.

2) Creación de la relación

Tiene como objetivo lograr un buen vínculo con el paciente. A esos fines es importante la simpatía y la empatía del consejero, la actitud contenedora y confiada para hacer sentir cómodo y comprendido al aconsejado.

3) Motivación para el cambio

Es fomentar la esperanza de que el cambio es posible, que puede encontrarse una solución al problema del entrevistado, promoviendo la sensación o la idea que el futuro será distinto, más promisorio. Busca comprometer al consultante en el trabajo de aconsejamiento. Si alguien viene a consulta porque “lo mandaron” y no tiene interés en la consulta, es mejor no hacerla, ya que sería una pérdida de tiempo y concluiría en el fracaso.

4) Evaluación del estado

Consiste en utilizar parámetros objetivos o indicadores que permitan precisar el estado del aconsejado al llegar a la consulta, cómo va evolucionando a lo largo del tratamiento y los logros que va obteniendo. Se pueden utilizar instrumentos técnicos como cuestionarios, tests o pruebas psicométricas, además de criterios diagnósticos como la intensidad y cantidad de síntomas.

5) Protección del rol de consejero

Se refiere a la habilidad del consejero para manejar en forma adecuada y sabia las preguntas y demandas del entrevistado de modo tal que no perjudiquen la buena imagen del mismo y del desarrollo del aconsejamiento.
A veces, en su angustia, el entrevistado busca afanosamente una palabra que dé certeza de resultados positivos rápidos, cuando los mismos no dependen del consejero sino del trabajo que haga el aconsejado. “¿Me voy a curar? ¿Voy a mejorar? Por favor, dígamelo”. Hay que responder conservando la esperanza pero sin comprometerse. Una buena respuesta podría ser: “Ese es el objetivo que buscamos. Si todo ese fervor con que me pregunta lo orienta hacia la superación del problema, seguramente los resultados llegarán”.

6) Orientación y selección de las intervenciones

Se relaciona con los recursos del consultante y las acciones del terapeuta. Se trata del enfoque o la orientación que el consejero le imprime a la consulta. Por ejemplo, en el caso de la entrevista con la señora que quería saber cómo tratar a su suegra, en la primera parte, la estrategia fue buscar si había alguna solución para mejorar la relación, observando que no se avanzaba en lograr cambiar a la suegra, el psicólogo cambió la estrategia orientando las intervenciones en qué podía hacer ella, centrándose en los cambios en la consultante más que en la suegra.

LOS NIVELES ESTRATÉGICOS EN LA ENTREVISTA

La estrategia incluye los 6 procesos terapéuticos mencionados y, además, otras acciones que llamamos “niveles”, que son otras operaciones que regulan los procesos, como si el camino de la consulta atravesara zonas de diferentes niveles, a veces, transitando en el llano y en otros momentos subiendo a geografías más elevadas. Por ejemplo, un nivel simple y llano es:
Retroalimentar el discurso del paciente o feedback, con gestos, expresiones de apoyo, estando “conectado” o en sintonía con el tema, es decir, sostener la comunicación en forma fluida, en un clima de comprensión y entendimiento mutuo;
Orientar la consulta en la búsqueda de metas claras, concretas y de posible realización o cumplimiento, que cuente con la conformidad del consultante. Las metas que se persiguen pueden ser: a) a corto plazo, para una sesión particular; b) a mediano plazo, para un conjunto de entrevistas; o c) a largo plazo, para realizar a lo largo de un trata- miento determinado.
Otro nivel estratégico, se refiere a una política general del aconsejamiento, que es buscar un cambio mínimo y lento. Tanto la teoría como la práctica psicológica han descubierto que no se debe ser demasiado ambicioso con los logros, sino apuntar a cambios graduales, paso a paso. Es posible que alguien diga que después de la entrevista su “vida cambió totalmente” y ahora “la situación es excelente”. Hay que desconfiar de los cambios espectaculares, los organismos tienden a la homeostasis, es decir, a conservar el equilibrio, resistiendo a los cambios bruscos y excesivos.

La Esperanza, un asunto básico y decisivo

En base a la experiencia terapéutica y los resultados de la investigación, la esperanza debe saturar o permear todas las estrategias, ya que si un consejero es pesimista con respecto a los resultados de su cliente, creyendo que su caso no tiene cura o su problema no tiene solución o que no se logrará nada por cualquier razón que se le ocurra, ¿qué valor tendrá toda la planificación estratégica? ¿Servirá de algo? Por supuesto que no. Por eso, estamos persuadidos que la esperanza en la recuperación del cliente es algo previo y determinante del programa de ayuda que pueda concebirse.
La esperanza hay que concebirla como una categoría estratégica más que en un sistema teórico de terapia, ya que no es un sistema estructurado de ideas y prácticas terapéuticas al estilo de las teorías de psicoterapia.
Por otra parte, en su función de componente básico de la estrategia, la esperanza debe realizar una función integradora y globalizante de todos los procesos y niveles estratégicos, motivando los programas específicos, organizándolos con optimismo y direccionándolos para que hagan las mejores intervenciones y alcancen lo más rápidamente posible los objetivos de la terapia. Así, pues, por ejemplo, el contexto de la terapia no debe ser un lugar sombrío con cuadros trágicos o desesperantes, por el contrario, el encuadre físico de la consulta debería ser un lugar cómodo, agradable, atractivo y luminoso, pintado con los colores de la vida, quizás con plantas o flores u algunos otros objetos estéticos, que motiven y estimulen a pensar en la alegría de vivir, más que en dejarse sucumbir en la depresión.
Por supuesto, los otros procesos y niveles estratégicos deben también estar coloreados con los brillos de la esperanza, para que la relación, la motivación para el cambio, las acciones de evaluación, la fijación de las metas y todo lo demás puedan sentirse que están encaminadas hacia al éxito.

El optimismo en la entrevista:

¿Será que siempre se puede ser optimista? ¿A todos los pacientes les podemos dar inyecciones de optimismo? ¿Cuál es el límite entre la ilusión y la esperanza? Estamos hablando de la auténtica esperanza no de algo falso, por lo tanto, es necesario ser realista y discriminar entre lo posible y lo fantasioso, maníaco o delirante.
Nunca se debe perder el sentido de mesura y de ubicuidad, correspondiendo el terapeuta operar dentro de los parámetros de la realidad y del conocimiento científico. Pero es claro que eso no significa ser pesimista y desterrar toda eventualidad de mejoría, aún la mínima.
Adherimos a una concepción ilimitada y trascendente (que es coherente con su definición), lo que significa que siempre permanece abierta la puerta del optimismo, aún en las circunstancias más críticas y estados terminales, porque la esperanza legítima trasciende toda frontera, aún las de la vida y de la muerte.

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Bibliografía

  1. Pereyra, M. (2004). Reconciliación. Cómo reparar los vínculos dañados. Editorial Montemorelos, NL.
  2. Pereyra, M. (2011). Terapia de la esperanza. Editorial Montemorelos, NL.

 

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Dr. Mario Pereyra
Doctor en psicología, psicólogo clínico, terapeuta de familia, docente universitario, investigador y escritor.

Conferencista internacional y profesor visitante en universidades de Argentina, Chile, Perú, Haití, España y Francia. Lleva publicado 350 artículos y 21 libros.
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